
Historia
Evelyn nació una madrugada de quién sabe hace cuánto. Nada más nacer, sus padres supieron que aquella pequeña que aparentemente parecía un ser inocente e inofensivo, estaba llena de un gran poder que se albergaba en su interior.
Creció como cualquier otra niña. Le gustaban mucho los días soleados, en los que aprovechaba para ir al bosque a cazar mariposas que luego soltaba y veía cómo se alejaban y se iban volanto lentamente.
Normalmente, se quedaba horas tumbada en una colina mirando al cielo, concretamente a las nubes, y se imaginaba las diferentes formas y siluetas que estas representaban. A veces eran leones, otras cohetes y otras veces deliciosos dulces con un posible sabor a algodón de azúcar. Evelyn sin duda era una niña feliz.

Sin embargo, el poder de la pequeña iba aumentando con el paso de los días. En ocasiones incendiaba cosas sin quererlo. Y aunque es cierto que nunca hizo ningún mal con sus poderes descontrolados, sus padres decidieron que debían separarse de ella para que pudiese aprender a dominarlos. La llevaron a una de las escuelas más prestigiosas en magia y hechicería conocidas hasta la fecha.
En aquella escuela de magia, cualquiera que quisiera aprender podía entrar siempre y cuando las normas fuesen respetadas.
Cuando llegó al colegio, la actual nigromante, se escondía tras la espalda de su madre. Estaba temerosa de lo que podía ocurrir a partir de aquel momento y desde luego, lo que más terror le producía era separarse de sus progenitores.
- Aquí estarás bien, ya lo verás. - Le dijo su madre mientras le entregaba una cálida sonrisa y posaba las manos sobre los hombros sobre ella.
En aquel entonces, Evelyn tan sólo tenía 13 años. Y sin embargo, el director, con sólo ver a la pequeña, ya supo que debía tener un lugar en la escuela. Sus padres fueron a formalizar un par de papeles con el entonces Director mientras ella esperó sentada en el suelo de uno de los pasillos que conformaban el lugar.
Evelyn mantenía la mirada en el suelo. Estaba triste... pero pensaba que quizás podría aprender aun así los caminos de la magia y quizás entonces, podría volver a su hogar sin el temor de causar algún daño a alguien. Entonces la puerta se abrió y volvió a ver sus padres. Ellos se acercaron a la pequeña y la abrazaron con dulzura.
- Pronto volveremos a vernos. - Dijo la madre cuyos ojos empezaban a estar llenos de lágrimas.
- Demuestra a todos lo lista que es mi niña. - Comentó el padre sonriente, tratando de guardar la compostura.

Y entonces ambos empezaron a caminar hacia la salida, dejando a Evelyn en aquel colegio. Después de aquello, empezó a asistir a las clases. Era una de las mejores magas que había y se veía cómo cada día quería aprender más y más y más. Sin embargo, aquella actitud de "sabeloto" no gustaba entre los otros niños y no dudaron en ir contra ella dejándola de lado, insultandola e incluso riéndose de ella. Por ello pasó mucho tiempo sola. Ella quería terminar sus estudios para volver a su hogar, pero el camino se le estaba complicando demasiado y en ocasiones sentía demasiada rabia hacia los demás niños y le invadían sensaciones y deseos horribles.
Cuando Evelyn tenía 17 años, fue cuando algo en su mente cambió. La magia le gustaba, pero sabía que tarde o temprano debería especializarse en algo.

Una noche, estaba paseando por los largos pasillos del Cónclave, cuando un extraño olor le hizo volver de sus pensamientos a la realidad. Era un olor molesto, incluso se podría decir que era desagradable. Pero la curiosidad le obligabaa caminar en dirección a la fuente de aquella peste.
Caminó y caminó y cuanto más se acercaba, más insufrible era aquello. Tuvo que usar su antebrazo para taparse la nariz y aun así, no era capaz de disminuir ni un poco aquel hedor. La noche era cada vez más oscura. Y la oscuridad cada vez era más y más densa. No parecía una noche normal. Tras varios minutos caminando, llegó a uno de los jardines del colegio donde una extraña niebla oscura flotaba en el aire. Y en medio de aquella niebla, parecía que había algo.
Decidió ir a ver qué era aquello. Ya no tenía nada que perder. Cuanto más se acercaba menos podía ver. Hasta que finalmente dos ojos rojos la miraron fijamente. Sin embargo, no podía ver quién era el propietario de aquella mirada que parecía matarla lentamente. Así que decidió seguir dando pasos para descubrirlo.
- ¡Ay! - Exclamó tras golpearse su pie contra algo. - ¿Qué narices...? - Y entonces lo vio claro.
Vio un espejo en el que se podía observar su reflejo. Y aunque podía reconocerse a sí misma en aquel cristal, al mismo tiempo no sabía quién era. Parecía un ser oscuro, cruel... Aparecieron lentamente más ojos rojos al rededor de la silueta del espejo. Se giró rápidamente para comprobar si estaba siendo rodeada, pero no. Aquella ilusión tan sólo estaba en ese otro mundo. Ese mundo tan extraño y que sin embargo, no le daba miedo... Quería alcanzarlo.
Estiró su brazo derecho para tocar su reflejo y éste hizo lo mismo. De pronto una voz detrás de ella le habló.
- Es hermoso. . ¿Verdad? Todo el poder que desees, al alcance de tu mano. - Se giró para ver quién le decía aquello. Pero no había nadie. Entonces, asustada, dejó aquel lugar y volvió a su habitación con la respiración agitada de tanto correr. Sin duda, había visto el reflejo de su parte más oscura.
Pasó la noche sin pegar ojo y decidió ir a primera hora del día siguiente a la biblioteca para leer tanto como le fuese posible para averiguar qué había sido aquello. Pronto encontró un libro titulado "Las artes oscuras y prohibidas". Parecía que aquel libro alguien lo había puesto allí precisamente para que la muchacha lo encontrase.
Empezó a leerlo. Con ganas, tal vez demasiadas. Hasta llegar al capítulo tres; "El arte prohibido de la Nigromancia". Había fotos y letras. Explicaban cómo algunos de los nigromantes más poderosos eran capaces de crear ejércitos repletos de no-muertos para que luchasen por ellos. Después de dos horas leyendo, alguien cogió el libro. Era el director del colegio.
- Este libro no debería estar aquí. Y tú no deberías leerlo, Evelyn.
- ¿Por-..? -
- No voy a admitir ninguna pregunta sobre él. Está prohibido. - Empezó a marcharse hacia su despacho - ¡Ah, Evelyn...! La magia de la que aquí se habla es muy peligrosa. Podría fácilmente volverse contra ti. ¿Quieres un consejo? Olvida todo lo que has leído en este libro. Todo.
Después desapareció a pasos lentos y torpes pero seguros. ¿Cómo iba a olvidar todo lo que había leído? La nigromancia era algo que realmente le había entusiasmado. Algo que quería aprender a toda costa... y no. No dejaría de buscar cómo alcanzar un alto nivel de maestría con aquel poder. Es por ello que los siguientes años, hasta cumplir los 21, estuvo estudiando a escondidas todo lo que debía aprender para convertirse en una nigromante fuerte.

Los demás seguían riéndose de ella y los profesores la vigilaban de cerca sospechando que seguía interesada en magia prohibida y oscura.
Una tarde, encerrada en su habitación, consiguió invocar a su primer no-muerto... aunque se desvaneció a los pocos segundos. Pero fue el tiempo suficiente para que uno de los profesores lo viese desde la ventana que daba a los jardines del colegio. No tardó en aparecer el director.
- Evelyn... - Dijo con semblante serio y tono de preocupación - Sabes que este tipo de magia está prohibida. Te avisé en su día y has incumplido las normas. Debes recoger tus cosas e irte.

Quizás la decisión de aquella figura de autoridad no había sido la adecuada. Desde luego no lo habría hecho si sabía lo que iba a venir después de aquello. Debía haberla aconsejado y llevado al camino correcto. Acompañarla en el viaje y no abandonarla a su libre alberdrío.
Evelyn, obedeció al que había sido durante tantos años su director y una figura a la que admirar. Ya no era rechazada solamente por sus compañeros de clase ahora también lo hacían los profesores. ¿Realmente era un bicho tan raro? Recogió sus cosas lentamente. Poco a poco la tristeza se iba convirtiendo en rabia y la poca alegría que albergaba en su interior ahora era odio.
Era hora de irse. Pero la nigromante no iba a permitir marcharse sin dejar huella. Asistió a una de las clases que se estaban impartiendo y a la que acudían cinco de los alumnos que más se habían metido con ella.
- Vuestro deseo está cumplido. Me iré... pero vosotros os venís conmigo.
Pronunció aquellas palabras para después asesinar de forma despiadada a los chicos y levantarles
a continuación como no-muertos. Los demás compañeros quedaron aterrorizados y la profesora que impartía la clase, intentó correr para avisar al director. Pero antes de que pudiese hacerlo, Evelyn lanzó sobre ella la miasma, con la que había practicado sobre pequeños animales, y la paralizó durante varias horas.
Después de aquel episodio, debía pensar un nuevo lugaral que ir. Volver con sus padres era algo que no podía ni pensarlo ya que sería el primer lugar en el que la buscarían y eso conllevaría poner en peligro a sus progenitores. No. Debía ir a un sitio en el que no la buscasen, y tras mucho andar, terminó en una ciudad alejada de todo.
Consiguió estar en aquella pequeña ciudad durante varios años. Concretamente hasta que alcanzó la edad de 25. Durante ese tiempo aumentó sus conocimientos y sus poderes en el campo de la nigromancia.
Cada día era más poderosa y más cruel. No tenía nignún contaco con nadie. Empezó a odiar a los humanos... y después a todo ser que tuviese vida. Empezó a convertirse en un ser oscuro y malvado.
La ciudad en la que vivía, fue destruída por la guerra. Y entonces comprendió que hayá donde fuese correría peligro si no se andaba con cuidado. Es por ello que pasó los siguientes años de su vida buscando un lugar seguro en el que refugiarse...
Tras mucho caminar llegó a lo que sería Venganza de la Muerte en el futuro. Un sitio oscuro, lúgubre y terrorífico. Pero antes de convertirse en la ciudad que hoy en día es, no había nada. Era un páramo vacío, sin un ápice de vida.
Poco a poco y con el paso de los años fue aumentando su poder cada día más y creando una cantidad incontable de no-muertos que poco a poco fueron creando la Necrópolis que se conoce hoy en día. Venganza de la Muerte, sin duda era su hogar. Su sitio en el que podía empezar una vida nueva.. y mejor. Sin humanos patéticos que le hiciesen daño. Sin nadie que le hiciese daño. Tan sólo ella y sus no-muertos. Consiguió incluso frenar su envejecimiento a los 27 años ya que gracias a su poder era capaz de caminar entre la vida y la muerte de una manera muy sencilla.
Con el tiempo se fue convirtiendo en un ser oscuro, lleno de odio, dolor, rabia y mucha sed de venganza. Cualquier cosa que estuviese viva le causaba un gran rechazo. Disfrutaba y disfruta haciendo sufrir a los demás. Viendo cómo se retuercen de dolory piden piedad para después dejarles morir de la forma más dolorosa posible. Sus ojos se tornaron en un rojo brillante a raíz de su odio.
Sin embargo, los años pasaban... y aunque su necrópolis cada día aumentaba más, no le parecía suficiente todo lo que estaba consiguiendo. Finalmente, declaró su imperio como su propio país y declaró la guerra a las regiones que habitaban cerca del lugar.
La guerra duró años. Sin embargo, por más que se enfrentaban los muertos contra los vivos, no parecía haber un vencedor nunca. Finalmente llegaron a un punto muerto y finalmente pactaron una paz no escrita. A pesar de todo, Evelyn seguía moviéndose entre las sombras.
La pequeña niña inocente que había sido ya no existía. Se había convertido en el reflejo que vio aquella noche en aquel espejo. Actualmente, sigue buscando nuevas alianzas que puedan ayudarle para una posible futura guerra. ¿Quién sabe cuándo pueden alzarse los muertos y arrasar en el mundo de los vivos?
